¿Cómo ocurrió la revuelta?
La revuelta de abril de 1843 en Caloto duró alrededor de once días y se desarrolló a partir de una serie de acciones colectivas violentas por parte de aproximadamente 35 individuos dirigidos por Cayetano Tello, Bernabé Rincón y José Antonio Tascón[1]. Sus actuaciones estuvieron limitadas a los entornos rurales del cantón, y estuvo compuesta por campesinos (negros esclavos fugitivos, manumisos, libres de todos los colores, y blancos pobres), algunos de ellos excombatientes en el ejército rebelde en la guerra de Los Supremos.
De acuerdo con los expedientes judiciales y la prensa local, se puede establecer que el primer ataque que realizaron los sediciosos fue el 11 de abril de 1843 en el sitio denominado Quebrada Seca, jurisdicción de la parroquia de Celandia. Allí, llegó un grupo de hombres armados dirigidos por José Antonio Tascón e ingresaron en la casa de Joaquín Ordoñez en donde se hallaban pasando la noche cuatro soldados de la Guardia Nacional bajo el mando de un Cabo y acompañados por un viajero. Según los detalles de uno de los expedientes, asesinaron a dos de los soldados junto con el viajero, siendo este último herido con una lanza clavada en el pecho por parte de Tascón, ayudado por un esclavo llamado Antonio Arboleda quien le clavó un cuchillo en la misma herida para terminar de ultimarlo[2]. Los hechos fueron registrados en El Payanés, un semanario editado por Sergio Arboleda, en donde describieron los sucesos acontecidos a lo largo de la revuelta[3]. Allí aumentaron la responsabilidad de los rebeldes en el suceso de Quebrada Seca, al informar que el Cabo había quedado herido y los demás soldados no habían aparecido ni vivos ni muertos[4].
A partir de este hecho, y probablemente previendo un ataque por parte del gobierno tras el asesinato a los miembros de la Guardia Nacional[5], los rebeldes se dedicaron a irrumpir en las haciendas de la jurisdicción para saquearlas y obtener desde objetos de uso personal, hasta bestias y armas. La primera incursión se hizo en la hacienda Japio, ubicada en la parroquia de Santander, propiedad de la familia Arboleda. Según lo relata El Payanés, el objetivo de los atacantes era asesinar al señor Julio Arboleda, no obstante, este habría logrado salvarse por haberse marchado a Popayán días antes del asalto[6]. Una afirmación que queda en duda, pues en la documentación judicial no hay alguna referencia a esta intención, por el contrario, solo se limitan a los robos cometidos en el lugar. Allí se menciona que cuando llegaron a la hacienda, el esclavo Antonio Arboleda rompió con un tiro la chapa de la casa del mayordomo, a quien sacaron en rastra, para que los demás ingresaran y robaran las armas que encontraran[7].
Posteriormente se dirigieron hacia la hacienda la Arrobleda, en donde, según los relatos oficiales, ya se habían presentado con anterioridad para robarse cuarenta novillos. El Payanés menciona que los rebeldes fueron allí en búsqueda del señor Ventura Terreros, pero al no encontrarlo se marcharon no sin antes dejarles «saludes» con las personas que se hallaban en la hacienda, lo cual pudo haber sido una señal de amenaza.
El siguiente y mayor asalto, lo cometieron en la hacienda Potrerillos en donde estuvieron presentes Cayetano Tello y José Antonio Tascón. En este lugar, según lo declarado por Antonio Hoyos, quien participó en el robo, ataron a un hombre «viejo» que se encontraba en la casa, sacaron unas caballerías y dos carabinas; Tascón sacó un jaquimón de plata para su caballo, mientras que los negros tomaron piezas de muebles [sic], una ruana, una casaca de paño, una cobija de hilo, dos cucharas de peltre, una plancha y un camisón[8]. Utensilios que, si bien hacían parte de la mueblería cotidiana de la hacienda, para los asaltantes representaba riqueza y un motín valioso, que, por demás, le serviría para sobrevivir en la clandestinidad mientras llevaban a cabo el levantamiento.
Los últimos asaltos los realizaron en las haciendas Güengüé, Pílamo y Perodias donde robaron varias bestias y convencieron a más esclavos para unirse a su causa[9]. Así transcurrieron los siguientes días después del 11 de abril en que asesinaron a los milicianos en Quebrada Seca, hasta el 21 del mismo mes, día en que se enfrentaron con la Guardia Nacional en el sitio denominado Llano del Fraile, jurisdicción de la parroquia de Florida (ver mapa 1).
El enfrentamiento se llevó a cabo entre hombres de la Guardia Nacional y del ejército regular enviados desde distintas localidades; de Palmira (ochenta hombres), de Buenaventura (veinticinco hombres) y del batallón de primera línea de Popayán (treinta hombres) comandados por José María González[10]. En este suceso, los rebeldes fueron derrotados, tal como se relató en El Payanes:
“El 20 [de abril] el señor comandante José María González derrotó en el llano del Fraile una partida de 40 a 50 facciosos, quedaron muertos diez, siete prisioneros y entre los últimos el cabecilla de esta partida, que es un tal Tascón o Chacón, el mismo que asesinó a los soldados en Quebrada Seca y saqueó la hacienda de Japio […]” [11].
1. Este número se tomó a partir de los casos que se encontraron en el archivo judicial. Sin embargo, en el periódico el Payanés se menciona que era un grupo de entre 40 a 50 hombres.
2. ACC Fondo República, sección Judicial Criminal, signatura 167, f 3.
3. Este semanario fue creado por la familia Arboleda con el fin de documentar, informar y denunciar bajo su propio criterio, los hechos ocurridos en este contexto y solicitar al gobierno central medidas para controlar a la población negra insubordinada. Marcela Echeverry, “Slave exports and the politics of salve punishment during colombian’s abolition process (1822-1840s)”, Journal of Global Slavery, nº 7 (2022): 90. Vale la pena resaltar que este fue espacio en donde la élite caucana se posicionó abiertamente en contra de las medidas abolicionistas implementadas en la república en razón a los prejuicios que tenían sobre la población negra, y las pérdidas que estos últimos les causaban sobre sus propiedades. Por lo señalado, se debe tener cuidado con las noticias que allí se editaron, porque sin duda tienen una intencionalidad contra la población negra libre y esclava.
4. El Payanés, n°. 8, 20 de abril de 1843.
5. Luis Ervin Prado Arellano, La organización de los ejércitos republicanos en la Nueva Granada: Provincia del Cauca (1830-1850). (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, 2019), 92: El autor plantea que la fuerza armada terrestre del Estado de la Nueva Granada estaba dividida en el ejército permanente y la milicia, esta última denominada desde 1832 como Guardia Nacional Auxiliar, con un carácter ocasional y de reserva, es decir, que no era un grupo de soldados armados y acantonados de forma permanente, sino que eran llamados al servicio en caso de conmoción interior o invasión extranjera. Era además una fuerza dependiente de las autoridades provinciales y cantonales, las cuales podían disponer de ellas cuando lo considerasen necesario para mantener el orden y control de sus jurisdicciones. A modo general, con las funciones que cumplía esta Guardia, se buscaba que sirviera de apoyo a la construcción de la estatalidad del recién creado Estado Neogranadino.
6. El Payanés, n°. 9 25 de abril d 1843.
7. ACC, Fondo República, sección judicial criminal Caja 135, signatura 15980, f 20-20V.
8, ACC, Fondo República, sección judicial criminal Caja 135, signatura 15980, f 203.
9. ACC, Fondo República, sección judicial criminal Caja 135, signatura 15980, f 7 y 17.
10.Viveros, Rebelión e insubordinación, 81
11. El Payanés, n°. 9, 21 de abril de 1843.
¿Cómo era el lugar en donde ocurrió la revuelta?
La revuelta tomó lugar en el cantón de Caloto, provincia de Popayán, ubicado en la zona del valle geográfico del río Cauca. Estuvo compuesto por las parroquias de Toribio, Jambaló, Gelima, Celandia, Caldono, Quilichao y Caloto, siendo esta última su capital administrativa; y los partidos de La Dominga, Palo Arriba, Palo Abajo, La Quebrada, Alegría y Palmar, Florida y Santa Ana.
Desde el siglo XVI, el cantón empezó a experimentar un proceso de pacificación de los grupos indígenas autóctonos de la región por parte de los españoles, quienes a partir del siglo XVII en adelante, empezaron a poblarlo y a establecer, primero grandes latifundios, y posteriormente, haciendas ganaderas y trapicheras, así como a explotar los yacimientos mineros de oro descubiertos en su interior.
Estas unidades económicas fueron explotadas con mano de obra indígena organizada en las encomiendas, y posteriormente, con mano de obra esclava -asignada a las labores del trapiche y minería-, y libre, compuesta por peones asalariados -agregados- y arrendatarios blancos -aparceros-, a quien se les permitía vivir en una pequeña parcela dentro de la hacienda a cambio de un pago o su fuerza de trabajo.
Durante el siglo XVIII, la población esclava del cantón, y de la región en general, aumentó significativamente gracias a la apertura de la frontera minera del Pacífico (Chocó y el Raposo, actual Buenaventura). A partir del fortalecimiento de la economía minera, las haciendas del actual norte del Cauca se fortalecieron, en tanto su producción agrícola se destinó al mantenimiento de la mano de obra esclava de las minas del Pacífico, mientras que de estas, recibía un importante caudal económico útil, entre otras cosas, para el sostenimiento y productividad de las haciendas.
Las haciendas, citando a José Escorcia, funcionaban a partir de la siguiente composición:
Tierras: 1. área en producción efectiva; 2. Áreas de reserva.
Edificaciones: 1. Casa del propietario con edificaciones dependientes o anexas como cocina, depósito y capilla; 2. Vivienda [para] los empleados libres y mayordomos y cabaña[s] de esclavos; 3. Construcciones destinadas al beneficio del producto como por ejemplo el trapiche para procesamiento del azúcar con las demás instalaciones e implementos.
Ganado: ganado mayor de cría y ganado mular y caballar.
Mano de obra: 1. Esclavos; 2. Agregados; 3. Aparceros.
La extensión de una hacienda solía ser lo suficientemente grande, como para tener que destinar un área, la de mejores suelos, para la producción, mientras que otra gran parte, generalmente boscosa, pantanosa y alejada del área productiva, solía quedar como «tierras de nadie».
Sobre el sector de los campesinos de Caloto
Los malvados hacían parte del sector campesino de la región. Este era un grupo social que había empezado a surgir desde el siglo XVIII a partir de la ocupación de áreas, por lo general boscosas y empantanadas, que no habían sido roturadas (áreas de reserva) por los propietarios de las haciendas. Esto lugares fueron propicios para los esclavos -cimarrones y manumisos-, mestizos y blancos pobres que no tenían una porción de tierra con la cual sobrevivir. La ocupación de estas áreas por lo general se hicieron de forma ilegal, en la medida en que no contaban con la autorización de los hacendados; aunque en otras ocasiones, quienes las ocupaban podían ser arrendatarios o agregados de las mismas haciendas.
Estos campesinos vivían a partir de varias actividades agricolas, como la siembra de productos de pan coger y cría de cerdos, combinadas con actividades ilegales clandestinas, tales como el cultivo y venta de tabaco, la producción y venta de aguardiente, productos que normalmente estaban regulados por los Estancos, y el abigeato: robo de ganado. Con estos productos, el campesinado logró integrarse a la economía de la región, abasteciendo, por ejemplo, a los esclavos de las zonas mineras con el aguardiente y el tabaco, y vendiendo la carne del ganado robado.
Dada la marginalidad de los lugares en donde esta población campesina se asentó, las formas de organización social distaron de la estructura de orden colonial que primó en las ciudades y demás lugares que sí vivían en policía y a son de campana. Allí, por ejemplo, era muy común el amancebamiento, prácticas delictivas como los asaltos a las propiedades, y práticas culturales normalmente inaceptables dentro de la moral religiosa de la sociedad colonial, lo que en definitiva, permitió que el campesinado se constituyera como un grupo social con una significativa autonomía.
Con el tiempo, estos lugares se constituyeron en poblados reconocidos por la sociedad mayor como zonas de escondite de “malhechores” y “asaltantes”, conocidos bajo el nombre de Gallinazas, Montes de Cocorocó, Playa Larga, Colorada, Remolino, Palo Abajo, entre otros.
Y entonces…
¿Qué motivo a los malvados a organizar una revuelta?
Durante la primera mitad del siglo XIX, la población campesina de esta región aumentó como consecuencia de las constantes huidas de esclavos de las haciendas en momentos de convulsión por la guerra de independencia y posteriores guerras civiles. Así mismo, cuando se llevó a cabo la Guerra de Los Supremos (1839-1842) muchos de los rebeldes del general José María Obando que lograron huir en la batalla de La Chanca (11 de julio de 1841) se refugiaron en estos lugares. Con ello, creció la necesidad por parte del gobierno repúblicano de llevar a cabo una serie de políticas de control social para imponer el orden en aquellas áreas.
Control del tabaco de contrabando: el gobierno dispuso que la Guardia Nacional apoyara a la Administración de Tabacos a vigilar los caminos por donde pasaban los contrabandistas, destruir las plantaciones y caneyes de tabaco que encontraran en la zona, así como a perseguir a los cultivadores para judicializarlos. Esta intervención de las fuerzas armadas llevó a que la población campesina se convirtiera en objeto de control punitivo al considerarlos como “ladrones” y “abigeos” que intimidaban a los vecinos y a sus poblados como “palenque de pícaros y asesinos”.
Medidas de reclutamiento: Esta concepción criminal de los campesinos cultivadores de tabaco, llevó a que el gobierno buscará reclutarlos para ser parte del ejército regular, bajo el argumento de ser considerados como “vagos”, sin oficio y con comportamiento escandaloso.
Medidas regresivas para retardar el proceso de manumisión de los esclavos: Estas estuvieron influenciadas por las familias de la élite de la región Cauca, quienes veían en esta población, simbolo de rebeldía y anarquía, un peligro para mantener el orden social de sus entornos. Pues consideraban que desde la Guerra de Los Supremos, la población negra estaba a punto de llevar a cabo una “guerra de castas” en la que su principal objetivo era asesinar a los blancos. Justificados en esto, presionaron para que se decretara la Ley de Aprendizaje de 1842, con la cual se creó la figura del concertaje, que obligaba a los esclavos de “mal” comportamiento, a permanecer sujetos hasta los 25 años, y no hasta los 18 como lo ordenaba la Ley de Manumisión de 1821.
Las anteriores medidas, produjeron inconformidad en la población campesina, pues implicaba la irrupción en un estilo de vida y una forma de organización social que existía desde mucho tiempo atrás; además de afectar su economía, en la medida en que el contrabando del tabaco era una de las principales actividades económicas que tenían. Bajo este contexto, se empezó a gestar la revuelta compuesta por campesinos, muchos de ellos ex militares del ejército del general José María Obando en la Guerra de Los Supremos, que en general, pudieron sentir que su existencia y autonomía estaba en riesgo ante las medidas tomadas por el gobierno republicano, varias de ellas presionadas por la élite caucana.